miércoles, 24 de diciembre de 2014

Rohayhu Paraguay - Amo a Paraguay


Tres meses resumidos en paraguayos recién conocidos que se convirtieron en familia, policías muy corruptos, paisajes naturales espectaculares, música que me recordó a Colombia, mujeres hermosas, tereré con caña y jugo, deliciosa chipa, guaraní hasta en los mensajes de texto y kapes para toda la vida. 


De las personas que había conocido y habían viajado por Suramérica, casi ninguno hablaba de Paraguay, lo único que había escuchado últimamente era Larissa Riquelme, la mega modelo paraguaya que apoyaba a su selección con camisas que dejaban ver su notable pecho, era obsoleta la información turística del país en internet, no tenía contactos, todo señalaba para no meterlo en mi itinerario de viaje, lo que nunca imaginé es todo lo que viviría en este país. Me encontraba en Sucre Bolivia y hacía un mes mi viaje por Suramérica había dado un giro de 360º, conocí un grupo de viajeros que me enseñaron a malabarear, una exitosa manera de sustentar el viaje. Ellos eran músicos, malabaristas, artesanos, cuenteros, magos, artistas callejeros que me enseñaron otra manera de ver la vida, desde afuera del sistema, rompiendo un poco el esquema. Estando en Sucre en el 1er Encuentro de Artistas Callejeros escuchamos de la 3ra Convención de Circo y otras artes, así que el grupo se animó y decidimos ir. Estaba viajando con un gran grupo, éramos 8 en total, era más cómodo, placentero, seguro y tranquilo viajar así, se consideraban una familia, más adelante entendería realmente el significado de este concepto pues me sumaría, la unión eterna con tus hermanos viajeros.

Parche original que conocí en Cochabamba Bolivia, con parte de ellos arrancamos el viaje hacia Paraguay. 

Antes de salir a Bolivia conocimos a Eduardo, un chileno excelente malabarista que viajaba en un campero con Aisha, una suiza divina, ellos nos invitaron a Tulio y a mi a viajar hasta Paraguay, Tulio es mi mejor amigo que salió conmigo desde Colombia, y esta travesía en carro no dudamos en aceptarla. Ellos debían llenar el cupo del carro así que nos fuimos con dos chilenos más, Xixa y Lost, Xixa andaba indocumentado, solo tenía un papel con la entrada a Bolivia pero no un documento para entrar a Paraguay, igual no importaba pues todos ya sabíamos e íbamos con toda la energía de que pasara frontera sin problemas, es decir clandestinamente. Las montañas bolivianas fueron acabando poco a poco hasta llegar a una zona completamente llana, el color de la naturaleza cambiaba del verde bosque, al amarillo seco de la tierra, era el chaco al que estábamos a punto de llegar. Llegamos a migración de Bolivia y salimos sin problema aunque con la advertencia que era muy probable que devolvieran a Xixa directamente hasta Chile, nosotros ya pensábamos en un plan para que él de una u otra manera cruzara. Seguimos el camino pues extrañamente el paso a Paraguay está a 20 km después de la salida de Bolivia. La noche se aproximaba y una nube de humo nos obligó a bajar la velocidad, era un árbol cerca a la ruta que se estaba quemando, lo pasamos con precaución, al fondo notamos unas luces, no le dimos mucha importancia y seguimos. De un momento a otro ya estábamos en las luces, era migración de Paraguay, rápidamente Xixa se pasó hacia el maletero y se echó todas las maletas encima, fuimos abordados por el policía que nos preguntó de todo, él comenzó a rodear el campero, pidió papeles y se concentró en las maletas hasta que pidió abrir, de inmediato se encontró con un Xixa que se hacía el dormido a la vez que parecía una ficha de tetris. Sin importar que hayamos rogado más de 3 horas para buscar una solución, la única era que él se quedara y nosotros siguiéramos. Xixa nos dijo que siguiéramos, él buscaría la forma de llegar. Después de esta entrada teníamos que manejar 70 km entre la arena del chaco para poder llegar a Presidente Hayes donde deberíamos hacer el ingreso en migración, así encaramos* el camino donde yo también pude manejar unos kilómetros pues Eduardo se sentía muy cansado, zorros se cruzaron haciendo más entretenido las fuertes maniobras que la arena obliga a realizar.
*Enfrentar, arrancar, iniciar.

Llegamos finalmente y no pudimos tener una mejor recibida, los paraguayos son los mejores anfitriones, sin importar quién seas te reciben con una sonrisa, una cerveza y cientos de preguntas, entendiendo la mitad ya que ellos hablan guaraní sin parar. Guaraní idioma oriundo de Paraguay, representante de su cultura indígena que en mi opinión es la más fuerte en Suramérica, siendo todo un país en el que tanto ricos como pobres hablan en esta lengua. Entre todos les íbamos contando nuestras historias, de dónde éramos, cómo nos habíamos conocido, los lugares en los que habíamos viajado, realmente los deslumbró que viajáramos haciendo actos circenses, es más yo mismo me sorprendí al darme cuenta lo que estaba haciendo y representando. Los temas fueron rodando y obviamente a los colombianos nos hablaron de Pablo Escobar con gran alegría, nosotros respondimos con crudeza y sinceridad, pues por más golazos que le allá hecho a USA y por más ayudas que haya hecho en barrios pobres, fue el actor intelectual de atentados terroristas que sembraron miedo en los colombianos, además de causar la muerte de cientos de personas, en fin el caso fue que nos ofrecieron fumar un bate* a lo que el grupo completo con chilenos y suiza incluida dijimos que sí, fue entonces cuando nos retiramos a un parque cercano, solitario, lleno de zancudos que obviamente solo picaban a los rolos, allí noté la clandestinidad con la que se debía fumar, pero el apego a la mata, nos anunciaron las precauciones que debíamos tener con la policía pues son muy estrictos, así la noche siguió entre consejos, historias, humo y cervezas.
*Nombre para un gran porro armado.

Al otro día nos levantamos muy temprano pues en esta frontera la oficina de migración no tenía horario 24 horas, abrían a las 7 am y allí estuvimos a las 9 am resultado de la mini fiesta de la noche anterior. Hicimos la respectiva fila, esta vez diferente para mi pues era la primera vez que ingresaba a un país en auto, la requisa fue extrema, nos hicieron bajar las maletas del carro, les pasaron los perros, todo perfecto, después nos hicieron pasar a nosotros para una breve requisa, me hacen quitar el canguro y el policía saca todas las cosas para finalmente sacudirla, cayendo un cogollo*, ambos sorprendidos lo miramos y yo le digo: "le juro que no me acordaba que tenía eso ahí, no voy a ser tan estúpido de cruzar una frontera con marihuana", el policía con pinta de policía de miami, musculoso con camisa ajustada y gafas oscuras, me mira muy serio y me pide hacerme a un lado, inmediatamente hace sacar todo del auto, al abrir el baúl se encuentran con un estuche de arpa pequeña, los policías intrigados y emocionados a la vez preguntan por ella, el arpa es un instrumento muy usado y admirado en Paraguay, Aisha responde que es un arpa suiza, él me mira con una sonrisa y dice: "ella va a pagar su libertad" Aisha entiende el mensaje así que saca el arpa, se toma su tiempo para comenzar. Inicia a tocar y el ruido de todo el lugar desaparece, solo se escucha el sonido de las cuerdas, sucede algo mágico, todos los presentes quedamos hipnotizados, salen de las oficinas para ver qué es lo que pasa, de los otros autos y buses se aproximan en silencio para ver, Aisha sigue concentrada y abre los ojos hasta que termina, los aplausos no se hicieron esperar y sonaron tan fuerte que fue inevitable pasar desapercibidos. Finalmente nos hacen pasar con toda tranquilidad, y mientras nos llaman para sellar los pasaportes, el policía ya en buena onda me invita a reconocer un "olor", abriendo un frasco y pasándomelo, yo lo huelo, se me hace conocido pero no logro identificarlo, él me lo quita y yo le pido olerlo otra vez, él se ríe y se niega, al rato me di cuenta que era como un extracto de cocaína pues dentro del tarro había una toalla impregnada que ponían en el hocico de los perros antes de pasarlos por las maletas.
*moño / moñito 

Apenas entrábamos al país y ya había tenido mi primer bache superado, Asunción era nuestra próxima parada. Las carreteras de Paraguay están buenas, no son amplias pero si bien pavimentadas, la mayoría que recorrimos. En el camino se llegó la media noche y con ella un nuevo día, Eduardo cumplía años y me pidió el favor de manejar pues era el único con licencia de conducción. Con Eduardo de cumpleaños el ambiente en el auto se calentó, le subimos el volumen a la música y compramos un licor, la mejor energía se apoderó, ellos tomaron seguido y yo los acompañaba cantando, todo iba regio hasta que llegamos a un retén, todos tranquilos paramos sin ningún problema. Entregamos la carpeta con todos los papeles del auto y finalmente me piden la licencia, yo la busco en mi canguro pero no está, recuerdo que la tengo en la billetera, voy al baúl hasta la maleta, abro la billetera pero no está, me doy cuenta que había dejado la licencia en Santa Cruz Bolivia, en un hostal donde me habían pedido un documento, se lo explico inmediatamente al policía pero él dice que el auto y el resto pueden seguir pero yo no, es un crimen manejar en otro país sin licencia, un peligro, así que yo debo ir a la cárcel, todos quedamos pasmados por la noticia, yo me resigno inmediatamente, los chicos me apoyan, Aisha se baja y comienza a hablar con los policías, yo intervengo también y se da la oportunidad de un "arreglo" un soborno que rápidamente nos dejaría sin gran porcentaje de nuestro dinero pero con mi libertad. No llevaba ni dos días y ya me había metido en problemas, dudaba el hecho de haber viajado a un país que desde el principio no me sonó. Pudimos seguir y pasada la media noche llegamos a Asunción, quería quitarme el estrés acumulado en el día con un porro, así fue como decidí ir en su búsqueda conociendo finalmente a un lustrabotas que me dijo me ayudaría, antes debíamos pasar donde mis amigos a recoger el dinero así que en el camino nos íbamos conociendo, él se encontró con otro hombre y le propagó dos tremendos puños en la cara, en ese momento dudé radicalmente seguir con él, pero ya estábamos súper cerca, hicimos la vaca y disimuladamente le pedí a Tulio la navaja, así encaré hacia el barrio que quedaba al lado de los hermosos casones históricos del centro de la ciudad, detrás siempre del lustrabotas fuimos avanzando en pasillos que cada vez se hacían más pequeños, tanto que llegamos a pasar el último de lado, paso a paso avanzamos hasta llegar a una cuadra llena de contenedores con fuego en su interior, parecía debajo de un puente en película neyorquina. Allí hicimos la compra más fácil de lo que pensaba, y salimos por otro camino más rápido que me dejó conocer el Río Paraguay bajo la luz de la luna, una gran bienvenida, todo comenzaba a mejorar. Antes de llegar donde estaban mis amigos le di los 1.000 guaraníes que había cobrado el lustrabotas y nos despedimos con la mejor energía, el prometió espontáneamente visitar Colombia, yo simplemente le dije que me sentía feliz de estar en Paraguay aunque no les entendiera la mitad de lo que decían. Al llegar al auto ellos estaban reunidos escuchando la historia de Lost que lo robaron en unos callejones, yo cambié el humor rápidamente contándoles que traía marihuana para fumar, teníamos tranquilizar nuestros pensamientos y sentimientos para finalmente poner la carpa en el parque de la plaza central y descansar un poco después del denso viaje. Estando en la carpa, Tulio me hizo caer en cuenta del peligro que había pasado, el centro de cualquier capital puede llegar a ser muy peligroso, eso lo veníamos aprendiendo en el viaje, pero estaba muy estresado, había estado a nada de ingresar a una cárcel paraguaya sin saber cuándo podría salir. 

Zona verde donde acampamos

360 de la plaza central

360 detrás de la plaza central, allí queda una estación de policía, y al frente Chacarita


Sabíamos que no era normal acampar en el parque así que al otro día madrugamos a seguir nuestro camino, justo cuando desarmábamos la carpa llegaba un policía, que extrañamente con amabilidad se dirigió a nosotros, sabiendo que ya nos íbamos nos dejó tranquilos. Terminamos de empacar y nos dimos una vuelta por el centro, salimos a una calle paralela al río Paraguay fue cuando vimos la olla en la que Lost y yo nos habíamos metido la noche anterior, Chacarita, un barrio de invasión que se apoderó de un importante sector del centro histórico de la capital paraguaya. Seguimos el camino rumbo a Ciudad del Este, allí se realizaría la convención de circo en un pueblo cercano llamado Minga Guazú. Llegamos y no lo podíamos creer, era un finca, campo, terreno gigante, con piscina y cancha de fútbol, fuimos los primeros en llegar pues nos habíamos adelantado un día sin darnos cuenta. Los organizadores nos recibieron con brazos abiertos, Erik y Pipo, inolvidables personajes que con el tiempo nos brindarían más que la convención, su apoyo y respaldo. Como era de esperar venían artistas de todas partes de Suramérica, hasta de España y Francia, una variedad de razas que se comunicaban bajo el mismo lenguaje, yo estaba asombrado, sentía envidia de aquellos que siendo tan jóvenes ya habían decidido emprender su viaje, otros que llevaban más de 10 años viajando, la dinámica de este pequeño complot de artistas callejeros era simple, divertirse trabajando mientras viajan por el mundo, a mi me encantó la idea. La convención fue todo un éxito a pesar que nos llovió en unos momentos, pero el ambiente estaba tan cargado de buena energía que no importaba nada, estábamos en familia, con total confianza. Talleres, cuentos, malabares, presentaciones, juegos, mientras estuve compartiendo esas experiencias me explotaban la capacidad del adulto para divertirse como niño.

Vista de la entrada a La Esperanza, campo donde se realizó la convención de circo

 Vista desde el tinglado de entrenamiento.  A pesar de estar en invierno, fuímos muchos dentro de la piscina pues el calor de Ciudad del Este es muy humedo, exige refrescarse constantemente.

Juguetes al aire.

Allí nos reencontramos con todo el grupo del principio, los que estábamos viajando desde Bolivia, al finalizar la convención teníamos que tomar una decisión para el siguiente destino, fue entonces cuando Raúl hizo una llamada, un paraguayo que habíamos conocido desde el primer día de conve, él termina la llamada y nos mira sorprendido y alegre pues su mamá había aprobado que los 10 viajeros se quedaran en su casa. Así fue como salimos, todos menos Eduardo y Aisha ellos siguieron hacia Brasil. De Minga Guazú del km 13 al km 7 en Acaray, allí llegamos y fuimos recibidos por una familia inigualable, numerosa y generosa, nos abrieron las puertas de su casa sin dudarlo, y ese fue el principio de una relación tan fuerte que hoy vive. En el patio de la casa fueron construidas 5 carpas en las que los 10 viajeros se dividieron, la idea era quedarnos dos semanas mientras trabajábamos un poco y reuníamos dinero para emprender viaje a otro lado. Este tiempo se torno para unos en 4 semanas, otros 6 y unos más conchudos como yo duramos las 10 semanas, personalmente me había impactado el lugar y me estaba enamorando del guaraní, esa lengua autóctona que ellos hablaban con tanta naturalidad, me parecía increíble que un país con tanta riqueza natural y cultural fuera desapercibido para los viajeros. Durante este tiempo me dediqué 100% a aprender palabras básicas y a entender un poco el tono de la lengua, la dinámica y sobre todo su pronunciación, lo más difícil pues lleva un acento nasal que no se aprende de la noche a la mañana. Jaupei (hola), deracore cherá (a la puta boludo), mita cuña porá (mujer linda), kapé (amigo), mitai (niño), aguiye (gracias), varias palabras ya las convertía en parte de mi léxico diario, era increíble entenderles y también poderles responder así fuera en castellano. Después de la 7ma semana escribí un poema que fue traducido por el papá de la familia, quien me enseñó a pronunciarlo con "perfección" era realmente difícil, y un día estando en Ciudad del Este me decidí a recitar el poema en un bus, era algo que ya había hecho en Bolivia, pero acá iba a recitarlo en castellano y en guaraní, me podía meter en un problema si alguien se ofendía, debía ser muy cuidadoso, y al final surgió, les expliqué que me encantaba la lengua y solo quería aprenderla, y si alguien me quería apoyar sería de lujo. Así fue como comencé a regalar poemas por cualquier colaboración, no importaba si daba o no, igual se quedaba con el poema, algunos lo devolvían otros ni lo recibían, yo era muy feliz haciéndolo así que decidí seguir. 

Un botón, chicle, cogollos, teléfonos, otro poema, una manzana y hasta un billete de 20 mil guaraníes recibí a cambio del poema.

Con Tulio habíamos estado trabajando fuerte pues se nos había metido la idea de ir a las Cataratas de Iguacú, era estúpido irnos de ese lugar sin aprovechar la cercanía, así que antes de irnos decidimos encarar esta historia, una odisea que contaré en otra publicación. En la semana de salida ya todos estábamos preparados para llegar a la capital paraguaya, así arrancamos el retorno, la salida fue muy dura, el apego era muy fuerte con Ramona o Tía mami como la llamábamos, la mamá de la familia, Papacho o Don Raúl, el papá, Aline la hija grande, Yamile la hija pequeña, Raúl el hijo mayor, Edgar el intermedio, Tomás el menor y el más chuiquito que era Luisito, gran familia, de gran corazón, una humildad y capacidad de entrega inigualable, realmente yo sabía que volvería a verlos como fuera, entre lagrimas y sonrisas nos despedimos, perdiéndonos al voltear en la última esquina de la cuadra.

Atardecer al frente de casa de Tía mami

Volvíamos a Asunción, esta vez a encarar la capital, a ver cómo se comportaba frente a nosotros, a veces vistos como desecho de la sociedad, otras como guerreros, unos cuantos niños como "ídolos", todas las opiniones y perspectivas eran posibles y válidas, lo importante siempre fue tener una sonrisa en la boca, es la mejor respuesta a lo que uno como artista callejero hace, si no eres feliz haciendo lo que haces entonces no vale la pena. Llegamos a los hostales que quedan al frente de la terminal, varios malabaristas que estaban en la conve ya se hospedaban allí, así fue como comenzamos a trabajar duro para pagar los 25mil guaraníes diarios de hotel, aparte de la comida, cerveza y más gustos. Me lancé al ruedo y probé con poesía en los buses, me fue bien el primer día así que decidí enfocarme en ello para perfeccionar mi pronunciación, además de seguir en contacto con la gente, eso era lo más bonito, la respuesta del público. Alguna vez una señora me dijo que era un atrevido por faltarle el respeto a sus ancestros de esa manera, yo simplemente le dije que quería aprender eso tan valioso y la mitad del bus me defendió, la verdad no me iba mal, es más siempre terminaba hablando con uno que otro dentro del bus. Un día me fue muy bien y decidí ir a la Plaza Rohayhu, allí se reunía todo el grupo, llegué y sin que ellos lo vieran habían unos policías que recién llegaban a la plaza, yo les avisé que tuvieran cuidado pues estaban fumando, y me retiré a un lado para malabarear. Lo policías llegaron y requisaron a todo el mundo, a todos nos encontraron cosas pero se enamoraron de mi y resulté en la patrulla, adentro me decían que iba a pasar la peor noche de mi vida mientras me requisaban todo, en el canguro tenía el producido de todo el día de trabajo y al ver tantos billetes decidieron negociar, pasaba por un segundo soborno que estaba vez pagaba solo, 120 mil guaraníes me quitaron, me soltaron después de 2 horas. Al otro día me tocó trabajar a full pues ese dinero era para pagar las noches de hostal que debía. En los primeros días de estadía Tulio se encontró un celular en la calle, lo vendió y se relajó 100% en el hostal, al lado de nuestro cuarto se quedaba una pareja uruguaya con su hijo, ellos hacían figuras en alambre y Tulio se dedicó a aprender. Jhon, un parcero colombiano que integraba el grupo desde Bolivia me propuso hacer un show en dupla en los buses, él tocaba la flauta, contaba un cuento y yo remataba con la poesía en guaraní, un show con el que entretuvimos a cientos de asunceños durante nuestras casi 3 semanas de estadía. 

 Avenida Mariscal López


 Centro de Asunción

Ya venía la hora de seguir, así que preguntando resultamos enterándonos de Villa Rica, un pueblo lindo que sería el intermedio antes de llegar a Encarnación. Al final terminamos saliendo un grupo nuevo, eso es lo lindo de viajar, se hacen amigos y se continúa, íbamos la pareja uruguaya con el hijo, Jhon, Tulio y Val una paraguaya artesana que había estado parchando con nosotros. Villa Rica nos dio su bienvenida con un hostal de 12 mil guaraníes, en dos cuartos nos dividimos e iniciamos el reconocimiento de la zona. En la terminal que estaba al lado de la plaza de comidas conocimos a Jose Luis, un argentino que andaba trabajando con manillas y alambre, ya quería largarse del pueblo pero no había podido porque no recolectaba lo suficiente, al final terminaría sumándose al grupo, nosotros nos preocupamos un momento pero le metimos la mejor energía y safamos el primer día. Nos dimos cuenta que tocaba trabajar rápido y constante para salir rápido de allí, y esa misma noche nos darían una razón más fuerte para irnos. Llegó la noche con una botella de caipirinha, el uruguayo pelea con la pareja así que deja el hostal y nosotros nos quedamos bebiendo, en un momento vuelve con 3 amigos, niños ricos, que venían de una ciudad aledaña, ellos querían comprar unas manillas, estamos todos reunidos compartiendo licor pues ellos también venían con unas cuantas cervezas, cuando suena un disparo, es en la misma esquina, los chicos junto a Pablo salen en el carro a toda velocidad, pues ellos son menores y no tienen licencia de conducción, Pablo los acompaña porque no quería estar con la mujer, nosotros salimos a auxiliar al herido, la novia grita desesperada, yo lo cojo y lo levanto del piso mientras Tulio paraba una camioneta para que lo lleven, el hombre me dice que tenga cuidado con la cabeza y cuando se la cojo noto que tiene sangre, lo meto a la camioneta y esta arranca a toda velocidad. Ninguno entiende la situación así que volvemos al hostal donde la uruguaya se da cuenta de que faltan unas manillas, ella espera que Pablo se las haya llevado para terminarlas de vender.

En la madrugada llega Pablo muy confundido, quiere largarse ya del pueblo, no sabe qué hacer, se siente presionado y asfixiado, nos cuenta que la noche anterior ellos se van y toman la ruta, en el camino se encuentran a alguien de una moto, Pablo se baja y se va con el de la moto, de pronto todos paran a ver el panorama, Pablo aprovecha para orinar y de pronto el resto de chicos arrancan y lo dejan botado en la carretera a kilómetros del pueblo, solo, y para completar dentro del carro iba la asta donde estaba todo el material de trabajo de Pablo. Él decide caminar hacia el pueblo y llega por la entrada a la plaza central donde ve inmediatamente el carro de los jóvenes, sin dudarlo se va detrás y de sorpresa se mete, llenando de golpes a todos los que estaban adentro, debo resaltar que Pablo es un hombre de más de 30 años con casi dos metros de estatura y cada brazo parece una pierna mía, un gigante llenando de golpes a 4 jóvenes escuálidos. El carro termina chocado contra un poste, Pablo bajó a los jóvenes a golpes del carro exigiendo su material de trabajo que ya no estaba en el carro, ellos lo habían botado, perjudicando radicalmente a Pablo, los policías llegaron y notaron a los jóvenes tomados por lo cual los retuvieron, la furia y caminada que le había tocado hacer a Pablo le quitaron la borrachera y le permitieron quedar libre, pero tenía que pasar a rendir testimonio en las horas de la tarde. Inmediatamente activamos la jornada laboral para levantar unos guaraníes e irnos lo más pronto posible, nosotros no teníamos preocupación alguna, pero sentíamos la necesidad de apoyar a Pablo y su familia, así que con mucho esfuerzo, demasiada parla y un poco de suerte reunimos el dinero necesario para poder negociar el transporte y tener algo con que defendernos cuando llegáramos a Encarnación. Hubiera querido quedarme unos días más para ir a unas cascadas cercanas a Vila Rica, me entero de ellas gracias a los únicos gringos que vi en mis visitas a Paraguay.

Encarnación nos recibe con un gran día, un hospedaje de una alemana que hacía 30 años había llegado a Paraguay y desde entonces no abandonó el país. La ciudad es amigable y generosa, en la costanera se puede disfrutar de una excelente playa para tomar el sol, pero no para practicar malabares pues cuenta con seguridad privada, sí! aunque sea pública realmente tiene dueño, eso fue lo que escuchábamos de varias personas del la ciudad, los vigilantes nos sacaban a penas nos veían practicar. En los semáforos no podíamos trabajar pues la alcaldía lo había prohibido por malabaristas irresponsables que ya habían pasado por esta ciudad, pero nosotros aprovechábamos ciertos horarios o cuando llovía, justo cuando la policía no salía y el tráfico continuaba, la falta de oportunidad en trabajo no significó que nos bajara el ánimo. Los buses eran pocos así que mis posibilidades se reducían, en medio de la estadía recité poesía en buses, restaurantes, plazas y parques. Era momento de activar lo aprendido con la pareja paraguaya manejando el alambre, salimos a las calles y plazas a intercambiar nombres, arañas, flores, porta retratos por una un precio fijo o a colaboración, dependiendo del trabajo. Los encarnacenos son muy fiesteros, amplios y generosos, con ellos un simple trabajo se convertía en una conversación que terminaba en la que podría ser una nueva amistad, muchos casos tuvimos, una vez ofrecimos un juego de inteligencia que terminó con una fiesta hasta el amanecer, en una casa a una cuadra de la costanera, tomando de tú a tú con personas de alto estrato socioeconómico. En otra ocasión vi como un encarnaceno le dio 50 mil guaraníes a Jose Luis por un nombre en alambre que hizo en 3 minutos, ese dinero significaba una semana de hospedaje, una suma importante. 



Ya me estaba familiarizando mucho con este país, después de venir tomando tereré* desde la coonve compré mi propio termo para refrescarme con la típica bebida o para combinarla con Caña, licor paraguayo, y jugo para crear un coctail al mejor estilo paraguayo, me sentía en casa al escuchar vallenatos en los buses, tiendas y restaurantes, comía chip sin parar, chipa es el mismo pan de yuca, a propósito a la yuca le dicen mandioca, aprendía muchas cosas a diario, me sentía vivo como un niño, todo era nuevo y lo disfrutaba milímetro a milímetro. Cada día fluía y Encarnación definitivamente era un lugar donde quería pasar la navidad del 2012, nos había salido una presentación de malabares para hacer en un bar, el hostal estaba más que bien, teníamos vecinos buena onda cerca a la plaza central y económico, andaba saliendo con una mita cuña porá, el clima me fascinaba pero al tiempo fue el detonante para salir del país, mi brother Tulio no lograba soportar de los 38º a 42º que hacían por estas fechas, muchos de estos días acompañados de lluvia, cosa que me encantaba ver en la playa donde veía Posadas Argentina, el próximo lugar a visitar.

*Infusión de hierbas, se toma con hielo para refrescarse por el alto calor que casi siempre se vive en Paraguay. En invierno se toma caliente. /

Otra vez me iba forzado, queriendo quedarme para visitar las Dunas de San Cosme y Damián, un paradisíaco lugar que estaba muy cerca. Paraguay es pequeño y desde entonces prometía volver para recorrerlo en bus, por la ruta, de pueblo en pueblo. Cómo no volver si las mujeres tienen la actitud y belleza de las caribeñas colombianas, la amabilidad, música y fiesta paraguaya es como estar en Colombia, los paisajes espectaculares, además me despedía una paraguaya dándome un gran beso y la experiencia del mejor sexo oral que me hayan hecho en la vida. Me iba sabiendo que volvería, efectivamente al otro año en abril de 2013 estuve pisando tierra roja paraguaya, allí me quedaría unos días mientras organizaba todo los detalles para ir al único Xgames hecho hasta el momento en Suramérica, Foz do Iguacú Brasil. Meses después volvería para ser tallerista en la 4ta convención de circo y otras artes callejeras, de nuevo en Ciudad del Este, después haría un pequeño recorrido por Asunción, Capiatá y Caacupé, lugares que me confirmaron la belleza de este país, lugares en las que seguí haciendo kapes de corazón. Hoy escribiendo esta columna sé que volveré, Rohayhu Paraguay - Amo a Paraguay.



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